Las vacaciones de verano son un momento estupendo para hacer viajes de larga distancia. Hay muchos días de descanso que nos permiten visitar lugares exóticos a los que resulta imposible hacer escapadas de fin de semana. Pero, ¿cómo podemos hacer para evitar que el jet lag nos deje somnolientos y nos impida aprovechar al máximo nuestra estancia (y tener un buen regreso)?
En primer lugar, es necesario saber que el jet lag (desfase horario) se produce cuando el reloj biológico del organismo no concuerda con la hora local, especialmente si se viaja de oeste a este, pues al 'perder horas' en los cambios de husos horarios se altera el ritmo circadiano. Esta alteración puede llegar a provocar fatiga extrema, indigestión y problemas de memoria.
Antes de tomar el vuelo de ida es conveniente irse adaptando al nuevo horario: dormir más temprano un par de noches antes de partir si se viaja hacia el este y más tarde durante un par de noches si se va a viajar hacia el oeste.
La noche anterior también es aconsejable descansar bien, como mínimo con siete horas de sueño, aunque hay personas que, debido a su miedo a volar, prefieren subirse al avión lo suficientemente cansadas como para poder dormir durante todo el trayecto. En este caso, lo mejor es ir preparado con una buena almohada collarín que nos impida adoptar una postura inadecuada.
El núcleo viscoelástico de alta recuperación de la almohada Collarín es el complemento idóneo para nuestros viajes.
Una vez llegados al destino, en viajes cortos se recomienda mantener los horarios para comer y dormir en las horas usuales, a ser posible, mientras se esté en el sitio de destino, pero para viajes de más de una semana es mejor sincronizar el reloj con la nueva hora nada más coger el avión. Es imprescindible beber muchos líquidos, evitando siempre el alcohol y la cafeína.
El primer día de estancia en destino lo más adecuado es tomárselo con calma para poder adaptarse y dejar los recorridos y actividades exigentes para más adelante. Si se hace deporte normalmente, se debe continuar haciéndolo, intentando evitar la noche, ya que puede impedir conciliar el sueño. Se puede consultar con el médico, además, el uso de la hormona melatonina, pues reduce el tiempo necesario para dormir.
Ajustar el reloj a la hora de tu destino tan pronto empiece tu vuelo ayuda a prepararse mentalmente para la nueva zona horaria.
Otro de los problemas que agudizan el efecto del jet lag es el cambio de colchón. Si estamos acostumbrados a dormir en un colchón que se adapta a nuestras necesidades, es muy complicado descansar en otro, especialmente si no reúne las condiciones mínimas para que podamos descansar (algo muy habitual en hoteles que no cuidan este aspecto tan importante para sus huéspedes). Para mitigar los efectos de dormir en otra cama distinta a la nuestra podemos llevar una cómoda almohada de viaje que nos haga sentir como en casa.